La situación del consumo masivo en la Argentina se transformó en un fenómeno que parece preocuparles a todos menos al gobierno de Javier Milei. Con cifras de desplome pocas veces vistas, medidas con estadísticas de todo tipo, sector y color, el asunto no es agenda para el oficialismo, que lo toma como un regulador artificial -junto con el dólar intervenido- de la inflación. Para el resto, consumidores y empresarios, parece ser una cuestión delicada y sin solución.
Estos últimos, además, entraron en un diagnóstico inédito en un escenario inédito: tanto las empresas fabricantes de alimentos nucleadas en la Coordinadora de Productores (Copal) como las entidades que agrupan a los supermercados, aseguran que la caída constante de ventas responde a la decisión del Gobierno de congelar salarios públicos, jubilaciones y dar, así, la señal a los privados de paritarias por debajo de la inflación. El famoso «no hay plata» y «los sueldos no alcanzan» que se ve en cualquier sondeo de opinión en el tope de los rankings de preocupaciones.
Según supo Página I12, el consumo en hipermercados del mes de julio, que en pocos días dará a conocer al consultora Scentia, tendrá una caída interanual de por lo menos 5 por ciento. Resta saber qué pasará con la demanda en los barrios, pero la baja de 5 de las grandes superficies es un desplome que se da contra julio del 2024, donde ya había caído 16 por ciento contra el 2023.
Si el número general se confirma, la gestión Milei rompería un récord: sería el primer gobierno en tener 19 meses de caída en el consumo de insumos básicos, dado que sólo en abril de este año hubo una suba marginal del 0,2 por ciento interanual. Ni luego de los tarifazos del gobierno de Mauricio Macri ocurrió algo similar. «Debe ser que la gente está comprando la polenta en Shein», dijo, con sorna, un dueño de un supermercado de los más grandes a este diario, refiriendo al tan mentado portal de venta on line radicado en China. Es que el Gobierno sostiene que, a diferencia de lo que se evidencia, el on line se está llevando las ventas del canal moderno. Una falacia: la venta por internet no representa más del 6 por ciento del consumo total.
Los no-sueldos, una política de Estado
La consultora C+P, que presiden los economistas Federico Pastrana y Pablo Moldován, calculó que, desde febrero, el salario real efectivo viene cayendo contra la inflación. Además, medido por SIPA y tomando base 100, el ingreso de los trabajadores está 1,6 puntos por debajo de noviembre del 2023, antes de que llegara Milei.
Los analistas y economistas, incluso los muy afines al Presidente, como el liberal Miguel Ángel Broda (ver aparte), creen que el programa económico llegó a un momento de necesidad imperiosa de reseteo. Algo parecido aseveró hace unos días Claudio Zuchovicki, el titular de la nueva Bolsa, preocupado por la marcha descendiente de la economía real.
Es que el escenario híperrecesivo que se empieza a ver conjuga un ajuste monetario que antes no existía de manera tan marcada y un endurecimiento del ajuste fiscal. En síntesis, la receta clásica del Fondo Monetario Internacional (FMI). Hasta ahora, como el Gobierno venía regulando la inflación con este método, optó por no tocarlo y dejar de lado la actividad. Quizás, este miércoles, el INDEC comunique una inflación más elevada que lo que el ministro de Economía, Luis Caputo, y Milei esperan. Si eso ocurre, entrará en tensión doble el escenario: un combo de recesión y precios muy altos para semejante nivel de ajuste.
Socialmente, lo que los empresarios señalan como causal de la baja del consumo se percibe a la perfección. Dos datos. Por un lado, en la última encuesta de Proyección, con casi el 50 por ciento y sólo superado por Inseguridad, los Bajos Salarios e Ingresos Familiares son la segunda preocupación, con 49,8 por ciento. En tercer posición aparecen, además, la Inflación y El Precio de los Alimentos y gastos del hogar, con un 35 por ciento. Luego, el desempleo.
Por otro lado, el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica dio cuenta en las últimas horas que a pesar de que las estadísticas oficiales reflejaron una disminución de la inflación, hay una caída del consumo atribuible al «estrés económico» de las familias. “No hay masa monetaria que refuerce la demanda, y las políticas de ajuste redujeron el consumo, lo que a su vez bajó los precios”, explicó Agustín Salvia, titular del ODS. Y sumó un dato central para comprender la caída del consumo: «el ingreso corriente se ve afectado porque los gastos fijos aumentaron fuertemente. Esto reduce el consumo en alimentos, vestimenta y el funcionamiento básico del hogar”, precisó Salvia.
Las empresas avisan la malaria
Tres empresas muy grandes del consumo publicaron en las pasadas 24 horas balances semestrales negativos, explicados en la caída del consumo por la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. Ese diagnóstico lo hicieron los gigantes Ledesma, Molinos y Mastellone.
«Ante un escenario de consumo aún deprimido, en el que las principales consultoras de mercado registraron una caída de 4,9 por ciento semestre contra semestre», precisó la firma de los Pérez Companc, que hace meses viene con malos números.
Una lectura similar hizo Mastellone, la fabricante de La Serenísima. “El consumo masivo mostró un comportamiento dispar. Mientras otros sectores crecieron con fuerza, nuestro mercado avanza más lentamente por el lento recupero del poder adquisitivo de la clase media y baja”, destacaron. Muchas de ellas ya le golpearon la puerta al Gobierno avisando de una crisis seria. No tuvieron siquiera respuestas.