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Los nervios por el dólar, la pelea de los Macri y los rumores de una extraña cita

Mil trescientos setenta y cinco pesos. Es lo que hay que pagar en Argentina a cambio de un dólar, según el cierre del viernes. No era lo que imaginaba el Gobierno el 11 de abril, cuando anunció la eliminación del cepo cambiario y lanzó un esquema de bandas movibles de flotación, con una fluctuación de entre 1.000 y 1.400 pesos, cuyos límites varían al ritmo del 1% mensual. Al otro día de aquel anuncio, un sábado, el equipo económico invitó a desayunar a un grupo de economistas, algunos cercanos ideológicamente a La Libertad Avanza y otros más críticos. En ese clima, que era de algarabía, uno de los invitados le preguntó a Santiago Bausili qué iba a pasar si el dólar se acercaba al techo de la banda. El presidente del Banco Central contestó: “Ese no es nuestro peor escenario. El peor escenario es que se vaya a mil”.

—¿Y si eso no pasa y se va al techo de la banda? —insistió otro de los interlocutores más escépticos.

La respuesta recayó en Pablo Quirno, el secretario de Finanzas: “Vamos a poner lo que haya que poner para sostenerlo”.

En eso anda hoy el Gobierno. La última maniobra fue el desarme de las letras fiscales de liquidez (Lefis) que estaban en poder de los bancos, pero no logró convencer del todo a las entidades y la presión sobre la moneda norteamericana no cesa. En julio, el salto de la divisa fue del 14%; de haberse extendido a los precios, cosa que no pasó, hubiese puesto patas para arriba la proyección de baja de inflación oficial, que es el corazón que sostiene la popularidad de Milei y que podría conducirlo a una victoria electoral en octubre. Es un misterio qué pasará en agosto. Para el día de la votación faltan 85 días. Pueden resultar demasiado largos. Hace 85 días, el dólar costaba $1.150.

Santiago Bausili, el presidente del Banco Central.

Aunque el argumento que repiten los funcionarios es que la economía no dispone de pesos como para una suba sostenida del dólar, en el mercado crece la preocupación por la escasez de reservas del Banco Central y porque el riesgo país no logra bajar de los 700 puntos. Es una mirada de corto y mediano plazo. El Gobierno, en cambio, hoy piensa en lo urgente. Esto es, en sostener la moneda a como dé lugar y en ganar las elecciones, como si eso bastara para controlar la situación futura.

Milei, de todos modos, luce inquieto. En la intimidad de Olivos volcó su furia contra los bancos, en especial contra el Galicia y el Macro, a los que asocia a movidas destituyentes de la oposición, que irían desde Sergio Massa y Cristina Kirchner hasta la mismísima Victoria Villarruel, su vicepresidente. Acusa a todos ellos de golpistas. ¿Pruebas? Que se sepa, ninguna. “Esto ya lo vi”, rezonga el Presidente en privado. No dice más que eso.

Hasta hace un tiempo, en el mileísmo apuntaban a remonetizar la economía de alguna manera para llegar con el consumo en alza a las urnas. Esa estrategia estaría en revisión, al menos hasta el 26 de octubre. La prioridad pasa por dar certidumbre y que no haya un salto en los precios. El mandato que recibe el Banco Central es mantener la absorción de pesos. “Si no hay pesos no puede haber incremento de precios. El que lo haga se quedará fuera de mercado”, aseguran en el Palacio de Hacienda.

El primer mandatario sostiene que ganará las elecciones, incluso en la provincia de Buenos Aires, donde al kirchnerismo le queda casi su único poder de fuego. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, razona que podrían sacar entre el 40 y el 45 por ciento de los votos a nivel país y Karina Milei estima que, cuando eso ocurra, el kirchnerismo quedará en el pasado para siempre. El combo optimista se completa con la visión que expresan en el entorno de Luis Caputo: cuando Cristina y La Cámpora, supuestamente, no tengan relevancia en el escenario político, dicen, la economía recibirá una inyección de confianza e inversiones que harán más liviano el tránsito hacia 2027. “Desaparecerá el efecto kuka”, afirman de modo peyorativo. Argentina necesita dólares, una montaña gigante de dólares: entre 2026 y 2027 vencerán US$ 32.400 millones entre capital e intereses de privados y del FMI.

Cerrada la alianza con el PRO en la Provincia, esta semana se abrió una ventana de negociaciones por las listas porteñas. La habilitó Karina Milei, que apenas unos días atrás se negaba, después de una reunión con su equipo y de un pedido de Patricia Bullrich, que se alista para ser candidata a senadora y se ilusiona con llegar al 50 por ciento de los votos. Los primeros diálogos fracasaron.

Ezequiel Sabor, el secretario de Gobierno de Jorge Macri que fue designado como nexo con La Libertad Avanza, le hizo saber a Mauricio Macri que los libertarios no les daban ningún lugar en la lista de senadores y que solo les otorgaban un puesto entre los primeros seis en la nómina de diputados. Cuando lo llamaron para pedirle precisiones, Macri estaba mirando una película de tiburones con su nieto Alfredo. El ingeniero contestó que no había posibilidad de acuerdo si no lograban meter tres legisladores entre los primeros siete aspirantes a la Cámara baja.

El ex presidente está enfrentado con su primo. El clima va de mal en peor y dinamita la administración. “Les vamos a intervenir el Gobierno de manera definitiva si no reaccionan. No vamos permitir que nos hagan perder la ciudad en dos años”, dicen los macristas de Mauricio. “Y nosotros los vamos a echar a todos si nos siguen jodiendo el día a día”, indican los macristas de Jorge. Las diferencias por el rumbo de la gestión y por otros asuntos menos visibles se agudizaron después de que Silvia Lospennato quedara tercera frente a Manuel Adorni y Leandro Santoro.

Jorge Macri saluda a Karina Milei, ante la esquiva mirada del Presidente.

El alcalde, al que Milei ignora con el saludo aun en los actos públicos, quiere romper con los libertarios y armar un frente con la UCR y con las fuerzas de Ricardo Lopez Murphy y Graciela Ocaña. Mauricio piensa que hay que hacer el esfuerzo de acordar para no someterse a un nuevo papelón cuando se cuenten los sufragios. Pero las negociaciones se estancaron. El plazo para inscribir las alianzas vence el próximo jueves. Mañana, el PRO hará un zoom para determinar cómo siguen.

Si macristas y libertarios no se pusieran de acuerdo, podría emerger la figura de María Eugenia Vidal, la primera en plantarse (hace más de un mes) ante los Macri. Les dijo que ella no compartía que el PRO fuera a una convergencia electoral con La Libertad Avanza y aseguró que prefería quedarse afuera de la contienda y no hacer campaña. Vidal es bien vista por distintos sectores para liderar una de las nóminas y mantiene equilibrio entre Jorge y Mauricio, lo que no es poco en esta época.

En medio de tanto río revuelto, el que gana posiciones es Daniel “El tano” Angelici. “Jorge le entregó todo el poder”, dicen en la sede de Uspallata. Angelici se frota las manos. Cualquier cosa que pase, sea una alianza con los libertarios o una coalición con otras fuerzas, será ganancia para él. Su amistad con Darío Wasserman, el esposo de Pilar Ramírez (la referente de Karina en la Ciudad) es la llave para destrabar el acuerdo con el PRO. ¿Alcanzará? Hay quienes hacen fuerza para que no.

Angelici habla con todos, incluso podría haberlo hecho con personas que en algún momento lo detestaron. Hay quienes dicen que abrió una línea de comunicación con la Coalición Cívica de Elisa Carrió. Una alta fuente asegura estar al tanto de una cumbre secreta entre ambos. “Negativo”, dijeron ayer cerca del “Tano” a este diario. Carrió se excusó con un grito: “Antes de reunirme con Angelici prefiero suicidarme en Mar Chiquita”, dijo. Sin embargo, la fuente asegura tener conocimiento pleno de que los vio reunidos a solas en el primer piso de un conocido restaurante, hace quince días. Esa zona del lugar, un vip, estaba cerrada al público ese día.

Las conversaciones también abarcan a los gobernadores que se rebelaron contra Milei. El club de mandatarios lo integran Ignacio Torres (Chubut), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Martín Llaryora (Córdoba), Claudio Vidal (Santa Cruz) y Carlos Sadir (Jujuy). Se presentaron con una foto y, al otro día, se sumó Gustavo Valdés (Corrientes). Se trata de gobernadores que en algún momento se sintieron a gusto con el Gobierno y que, de a poco, empezaron a tomar distancia. “Hay un agotamiento en la línea de trabajo de la Casa Rosada. No apuesta al desarrollo ni a la infraestructura y las inversiones no vienen”, dice uno de ellos.

Los cinco gobernadores que cerraron el acuerdo, Vidal, Torres, Llaryora, Pullaro y Sadir.

Detrás del “Grupo de los seis” está el cordobés Juan Schiaretti. La idea es ampliar el círculo a la provincia de Buenos Aires y a la Ciudad. “Todo esto es muy incipiente, pero hay algo interesante: apareció una opción en el tablero que no estaba”, dice un dirigente bonaerense que se ilusiona con un frente potente. Nombres no abundan y los que hay no convencen.

Los cerebros que se mueven detrás de los mandatarios salieron a la búsqueda de un outsider, preferentemente joven, disruptivo y de sexo femenino. Ya hubo ofertas a personajes de la farándula y a periodistas. Por ahora, solo cosecharon una respuesta: “No, gracias”.

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