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Dólar caliente: cuando el «plan platita» para el campo y los bancos no alcanza

«El dólar se va a caer como un piano», había dicho hace tan solo cinco meses el presidente Javier Milei, insinuando que podría llegar a costar $700 (supuesto tipo de cambio de la Convertibilidad en los años ´90) o incluso a $600 (su «cálculo científico serio»). «A cualquiera que le parezca que el dólar está barato, agarrá los pesos y comprá, no te la pierdas campeón«, dijo sobradamente un mes atrás, el ministro de Economía, Luis Caputo.

Bastaba solamente un «error no forzado» del Gobierno en el manejo de la tasa de interés de referencia para que comiencen a salir a luz problemas económicos estructurales, agravados por el propio esquema (cambiario, monetario y fiscal), y que ubicaron al ministro de Economía este jueves en un virtual ruego al Fondo Monetario Internacional (FMI) de que habilite eldesembolso previsto de U$S 2.000 millones para calmar las tensiones cambiarias.

En el mes de julio el dólar mayorista tuvo un salto de 12,6% y cerró a $1.357, en tanto que el dólar minorista (Banco Nación) subió $165 y cotizó un 13% por encima, cerrando este 31 de julio para la venta a $1.380, muy cerca de la «banda superior» del esquema de flotación cambiaria anunciado a inicios de abril ($1.451). Desde aquel momento en que se pactó el programa con el FMI, el dólar mayorista subió un 26% (referencia para importaciones y operaciones financieras), al igual que el minorista.

El econo-chanta número 1 diciendo que el dólar se iba a caer como un piano a 600 pesos.
Milei es un estafador en todo. pic.twitter.com/hzKnmk4IeN

— Nicolas del Caño (@NicolasdelCano) July 31, 2025

El «plan platita» versión 2.0 de Milei

En la construcción del relato oficialista, la reducción de la tasa de inflación se apoyaría en una «motosierra» sobre el gasto público, sobre la supuesta «casta política», y en el alcance del superávit fiscal (ingresos del Estado superiores al gasto) que exigía el FMI. Esto se ligaría así a un «saneamiento» del Banco Central y el freno de la emisión monetaria, y se coronaría con el «libre» juego de los mercados y la desregulación.

Pero en los hechos, el única «ancla» sobre los precios fue la fijación de un tipo de cambio apreciado, o «dólar barato», sin una intervención «directa» del Banco Central sobre el Mercado de Cambios (MULC), pero bastante directa en otros frentes: ventas millonarias en el dólar futuro, licitaciones del Tesoro para subir las tasas de interés, venta de bonos por parte de Anses y el Banco Nación, entre otras formas.

El Gobierno busca mantener controlado al dólar para resguardar su principal activo electoral: el freno a la inflación. Pero, paradójicamente, no tiene suficientes reservas («poder de fuego») para hacerlo. Es por ello que ante las dudas del capital financiero y la incertidumbre de las últimas semanas activó el «plan platita» para los bancos: subir la tasa de interés, intentando evitar que los pesos «liberados» tras la eliminación de las LEFI (Letras Fiscales de Liquidez) se dirijan al dólar y atraerlos hacia activos con rendimientos reales muy positivos en pesos.

Así, si hace dos semanas la Secretaría de Finanzas debió salir a realizar una licitación fuera de calendario, convalidando una suba de las tasas del 29% anual (antes de las LEFI) al 48% anual (Lecap a 15 días), esta semana volvió a subirlas hasta el 65% anual. Pero las «super tasas» no fueron suficientes para evitar que gane el dólar, ante la expectativa creciente de devaluación. Mientras tanto, los bancos engrosan sus ganancias al ritmo del juego de la especulación.

La otra pata del «plan platita» fue al mismo tiempo un gesto a las patronales del agro. Con la rebaja de retenciones a la soja y derivados y principales rubros de granos y carnes, busca rascar la olla del remanente de liquidación de dólares de exportaciones agrarias que aún pudieran ingresar. Este jueves se publicó en el boletín oficial el decreto 526/2025 que permitirá embolsar mayores ganancias a las grandes empresas del campo y exportadoras.

Una transferencia de entre US$ 1.200 y 1.400 millones desde el Estado a los bolsillos de las patronales, o el equivalente al 0,19–0,22 % del PIB anual. Lo mismo que serviría para financiar la mitad del aumento y el bono a los jubilados que Milei quiere vetar el próximo lunes.

¿Dónde están los pesos que no los veo?

Parece irrisorio decir que «hay muchos pesos en circulación» cuando la mayoría de las familias trabajadoras sienten que no alcanza la plata para llegar a fin de mes. Este martes se inyectaron casi $3 billones porque el Tesoro no pudo renovar el 24% de los vencimientos de deuda en pesos. Vencían unos $11,8 billones y colocó alrededor de $9 billones. Ese dinero no termina impulsando la economía por el efecto de la «expansión monetaria» ya que la inversión y el consumo no los absorben.

En otras palabras, la economía real encuentra un freno con el crédito caro y tasas de interés reales positivas, junto con el fuerte ajuste fiscal. Los bancos prefieren destinar esos dólares a la cobertura del dólar frente a la expectativa de devaluación, o en rendimientos en pesos.

Emisión monetaria reprimida: el gobierno afirma que cortó con la emisión de pesos, pero sólo la ocultó bajo la alfombra, retirando el dinero en circulación mediante más deuda pública y renovando cada vez más intereses. El problema es cuando el «rollover» (renovar vencimientos de deuda) no se logra sostener, y cuando, al mismo tiempo, se aprecia el dólar al punto tal del ridículo de que veranear en Miami terminaba siendo más económico que la costa atlántica argentina (para quienes pudieran pagarlo).

Caputo juega con fuego. En agosto el Tesoro enfrenta vencimientos en pesos por $38 billones, (4,4% del PIB) y otros $20 billones en septiembre y $18 billones en octubre.

La suba del dólar de casi un 30% desde abril tendrá su impacto sobre los precios, especialmente el alza repentino de la última semana. Según analiza el economista Esteban Rafele, ya se están trasladando a las listas de precios de mayoristas y supermercados subas de entre 4% y 9%, y pronto impactará en los presupuestos familiares. Pero las paritarias están encorsetadas y los salarios vienen perdiendo frente a la inflación.

Los salarios perdieron hasta 32% desde que asumió Milei, siendo los principales perjudicados los trabajadores del sector público nacional (-32%). Le siguen los del sector público provincial (-6,9%) y los del sector privado registrado, que con muchas heterogeneidades promedian una pérdida de 1% desde noviembre de 2023, aunque durante gran parte del 2024, luego de la devaluación con la que asumió Milei y Caputo, sostuvieron un ajuste del poder adquisitivo que no se recuperó. Aún están un 24% por debajo de 2015 (mayo 2025 versus octubre 2015).

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Contradicciones estructurales

La creciente incertidumbre sobre el sendero del dólar, la inflación y el rumbo económico, se produce por los problemas estructurales irresueltos: la escasez de dólares, el atraso cambiario que reduce el superávit comercial, y el déficit en cuenta corriente que acumula doce meses consecutivos.

En sólo dos meses y medio la fuga de capitales (formación de activos externos) alcanzó el equivalente al 77% del desembolso del FMI en abril por U$S 12.000 millones. El Banco Central no logra acumular reservas significativamente, no obstante las recientes compras de divisas por medio del Tesoro (el BCRA no puede intervenir directamente mientras el dólar esté dentro de las bandas cambiarias).

Es probable que la confirmación del nuevo desembolso del FMI por U$S 2.000 millones llegue como un nuevo «rescate» al gobierno de Milei, y alivie transitoriamente el nerviosismo en «los mercados», en la cuenta regresiva hacia las elecciones legislativas de septiembre (PBA) y octubre (nacional). Pero es sabido que no se trata de una solución de fondo a los problemas del atraso y la dependencia del país. Para evitar que la crisis se termine de descargar sobre las familias trabajadoras, es necesario enfrentar el ajuste de Milei, el FMI y a los intereses del poder económico que ningún gobierno quiso afectar.

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