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Solo expresiones de deseos

Juan Carlos Tuyaré.
La historia de la humanidad está llena de expresiones de deseos que tuvieron como intención mejorar la calidad de vida de las personas. En la antigüedad, uno de los tantos intentos fue protagonizado por Nimrod, biznieto de Noé, el constructor del Arca.

Señala el relato bíblico que, debido a la maldad de los hombres, solo ocho se salvaron de morir en el diluvio: Noé, su esposa; sus hijos Sem, Cam y Jafet, y sus respectivas esposas. Pasaron los años y entró en acción el bisnieto de Noé, Nimrod, un vigoroso cazador y el primer hombre poderoso de la tierra; fundador de numerosas ciudades, una de ellas Nínive, cuya historia seguramente la veremos en otro momento.

NO OCURRIÓ SIN PREVIO AVISO

La familia de Noé fue testigo presencial del castigo divino producido por el Diluvio y seguramente vieron aterrorizados como aquellos que no creyeron en los avisos previos de Noé, desaparecieron tragados por el agua. 

Pero no ocurrió sin aviso previo, porque durante 100 años, todo el tiempo que llevó construir el Arca, Noé les advirtió, que todos aquellos que quisieran salvarse, una vez terminada, debían subir a ella. Pero nadie hizo caso al aviso y cuando llegaron las aguas todos perecieron, salvo los ocho que subieron.

LA MEMORIA ES CORTA

Pero la memoria del hombre es corta, y solo dos generaciones después de dicho acontecimiento, volvió la maldad sobre la tierra. En ese contexto, Nimrod, el biznieto de Noe, fundó la ciudad de Babel y sus habitantes fueron protagonistas de un hecho que quedó en la historia. Ellos, ignorando una vez más a Dios, quisieron llegar al cielo por medio de sus propios medios y comenzaron a construir una torre.

En ese afán, decidieron edificar lo que se conoció luego como la torre de Babel. Para ese entonces todos hablaban una misma lengua y las mismas palabras, pero Dios decidió confundir su lengua para que no se entiendan entre sí y no la puedan construir; porque nada les haría desistir de lo que pensaban hacer; y así fue. Fueron todos esparcidos por la faz de la tierra.

AGENDA 2030

El mismo espíritu que conducía a Nimrod y su gente, se pone de manifiesto en toda la humanidad una y otra vez, intentando, sin aprender, que nada se puede mejorar a menos que intervenga el Creador. En el año 2015, la Asamblea General de la ONU, adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible; según ellos, expresando sus deseos para que sea «un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia». 

Una resolución en la que reconocen que «el mayor desafío del mundo actual es la erradicación de la pobreza» y afirman que sin lograrla no puede haber desarrollo sostenible.

Ya pasaron 8 años de aquella expresión de deseos y nada ha cambiado; al contrario, las cosas empeoran diariamente. La pobreza cada vez es mayor, la justicia es cada vez más injusta y la paz no aparece por ningún lado. Pasaron casi 6 mil años de Nimrod, y el espíritu humano sigue construyendo torres de Babel. En el mismo intento, el hombre fue a la luna, ahora investiga Marte y después quien sabe a dónde. La ciencia y la tecnología avanzan pero el hombre retrocede y cada día se aleja más de Dios.

ENCONTRAR LA PAZ

Pero, aun así, la paz individual y familiar se puede encontrar; no del modo por el cual la busca el mundo, sino por medio de Jesús. Del texto bíblico se desprende con claridad que el Arca simboliza a Jesucristo; eso significa que fue un simbolismo de lo que ocurriría en nuestros días. Noé predicaba el ingreso al arca para la salvación física del Diluvio, mientras que Jesús predicó el ingreso a sus enseñanzas y su entrega en la cruz, para la salvación eterna del alma. 

En ese contexto, hace ya más de 30 años que por medio de esta columna semanal venimos señalando que Argentina no tiene salida humana. En todo este tiempo hemos sido objeto de burlas y críticas por parte de quienes no coincidían con nuestros vaticinios nacidos en las Escrituras. Pero la situación actual demuestra que teníamos razón. Porque no existe receta humana para detener la maldad y la corrupción que azota nuestro amado país; al contrario, van diariamente en aumento y nadie lo frenará. 

Pero los que acepten y sigan las enseñanzas de Cristo, tienen la promesa divina de alcanzar la paz y ser asistidos por el cielo y tener una vida distinta, aún dentro del caos actual. ¿Quién tendrá razón? ¿Será la ONU? ¿O será la palabra de Dios? Las evidencias están a la vista. 

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