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Raulito, la pyme cordobesa que resistió 18 presidentes, planea exportar a Medio Oriente

En una Córdoba sacudida por vaivenes económicos, donde pocas marcas sobreviven al paso de las décadas, Raulito se erige como un símbolo de resistencia. Fundada en 1956 por dos concuñados, Egidio Balari y Alfredo Berardi, la pyme cordobesa de mermeladas cumple, en 2026, 70 años de historia, llevando en sus etiquetas no solo dulces tradicionales, sino también una carga emotiva que conecta generaciones.

El actual director ejecutivo, Cristian Ulloque, representa la tercera generación al frente de esta empresa familiar. En diálogo con el ciclo Bien Cordobés, que se emite por el streaming de Punto a Punto, repasó la historia de la marca, los valores que la sostienen y cómo lograron trascender en el tiempo sin dejarse arrastrar por las modas del mercado.

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«La primera gran omisión que cometimos como empresa fue ignorar los libros de marketing. En los 90 todos decían que había que cambiar o morir. Nosotros no cambiamos, y eso nos terminó jugando a favor», admite Ulloque.

La historia detrás del nombre

Sí, Raulito existió. Nacido en 1952, era hijo de uno de los fundadores. Falleció a temprana edad a causa de ELA, una enfermedad que en esa época era poco conocida. «En 1954 se lo podía ver repartiendo mermeladas en un triciclo junto a su padre. El nombre es un homenaje permanente», cuenta Ulloque.

Esa identidad se mantuvo intacta desde entonces. La imagen del niño en la etiqueta, sin remera, es hoy un símbolo vintage que despierta pasiones. «A veces nos quieren cambiar los colores, el diseño, el logo. Pero no vendemos muebles ni ropa de diseño. Raulito es rojo, azul y simple. Y eso no se negocia«, sostiene.

El valor de no cambiar

En un mercado que se volvió cada vez más competitivo, con productos ultraprocesados, bajos en calorías y campañas de marketing agresivas, Raulito se mantuvo firme. «Nosotros seguimos cocinando mermeladas con fruta, azúcar, paila y fuego. Nada más. No hay conservantes, ni colorantes, ni ingredientes artificiales«, explica Ulloque.

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Ese apego a lo artesanal tiene costos. La empresa produce unas 10.000 unidades por día en su planta de Córdoba, y trabaja con fruta desecada de productores de Mendoza, San Juan, Catamarca y La Rioja. «En vez de producir todo en temporada y stockear mermeladas, compramos la fruta, la desecamos y rehidratamos para hacer producción fresca todo el año. Es más costoso, pero mantiene la calidad», detalla.

Esa calidad, sumada a una estrategia basada en la cercanía con el cliente, fue clave para sortear las crisis. «Nosotros siempre fuimos un poco más caros que otros, pero nunca bajamos la calidad. Y eso la gente lo valora. Muchos nos llaman por teléfono, nos preguntan por sabores, y si hace falta vamos hasta sus casas. Esa conexión no tiene precio».

De las mermeladas al puré de tomate… y al mundo

Además de sus nueve sabores clásicos (durazno, higo, zapallo, naranja, damasco, ciruela, pera, manzana y membrillo), la marca amplió su portfolio a tomates triturados, dulces de leche, almíbares y hasta proyecta nuevos productos, como alfajores frutales.

La incorporación del puré de tomate fue una estrategia para romper la estacionalidad del consumo de mermeladas. «Es un producto que nos permite mantener la producción activa en verano, cuando el consumo de mermeladas baja», explica Ulloque.

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Ese producto fue el elegido para iniciar el camino exportador. Ya fue presentado en ferias internacionales como SIAL París y Gulfood Dubái, con vistas a ingresar en mercados como el de Medio Oriente. «Todavía no exportamos en volumen, pero estamos cerca. La demanda local sigue siendo nuestra prioridad«, aclara.

Crisis, inflación y futuro

Como el resto de las pymes argentinas, Raulito sintió el impacto de la caída del consumo. Según datos de la cámara del sector (ADIAC), el rubro sufrió una contracción del 25 al 30% en lo que va del año. «Nosotros siempre producimos un poco menos de lo que demanda el mercado. Eso nos da cierta espalda, pero igual se nota la desaceleración», admite.

Sin embargo, Ulloque es optimista. «Hay más previsibilidad en algunos aspectos, como los precios. Pero todavía falta mucho. El esfuerzo lo están haciendo los industriales, los consumidores, la sociedad entera. Ahora le toca a la política».

Consultado sobre qué condiciones deberían mejorar, no duda: «El sistema fiscal es asfixiante, la presión sobre los costos es enorme. Necesitamos un país ordenado, pero con actividad. No sirve tener las cuentas fiscales ordenadas si la gente está empobrecida».

Una marca con alma

Más allá de los números, Raulito es una marca que logró algo que pocas consiguen: trascender generaciones. «La gente nos dice que nuestra mermelada les recuerda a su infancia, a sus abuelos, a momentos felices. Ya desde que ven el envase se produce esa conexión emocional», afirma Ulloque.

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